domingo, 16 de noviembre de 2008

De la Rapidez de las Cosas


Pues ha pasado tiempo desde que escribí la última entrada. Y lo cierto es que esta que estais leyendo la empecé a madurar poco después de volver de Londres, pero como siempre, las cosas urgentes superan a las importantes, así que se quedó en borrador. Las cosas han ido rápido y la pereza ha sido fuerte. Da miedo darse cuenta de cómo todo se acelera, los proyectos se convierten en logros (o fracasos, vaya) y de repente han pasado 3 meses.

Recapitulemos. Yo andaba por Londres, aprendiendo inglés, y aprendiendo lo sólo que se puede sentir uno en un país extraño. Como dije, era un gran experimento. Porque además uno se adapta, encuentra su sitio, aunque no sea muy cómodo. Por eso no volví a escribir, porque encontré un poco mi sitio y ahí me quedé disfrutándolo lo mejor posible. No tenía Internet, y era muy complicado conseguirlo. Así que el blog se convirtió en secundario. Por otro lado, no volví a ver a G hasta volver de allí, porque según parece le aburrió al quinto día. Creo que en poco tiempo ha vivido mucho más que yo.



Londres es una gran ciudad, porque es muy grande, y es una gran ciudad gris, porque es muy gris. Qué le van a hacer, apenas les da el sol. Y estoy seguro que el carácter de los anglosajones está muy influenciado por el clima. No tienen el concepto de vida de calle, y están encorsetados en un montón de convenciones sociales que les obligan a distanciarse y ser fríos. Y cuando se toman dos copas pasa lo que pasa, que se rompen todos esos tabúes, se desinhiben y se desmadran, se pelean, se emborrachan y pierden el control... pero luego resulta que los "delincuentes" somos los españoles (los latinos en general). La hipocresía vertebra esa gran nación que es Inglaterra.



Sin embargo, la ciudad es bonita. Está construída para ser bonita así, con su clima y con su "grisez". Contra ese cielo encapotado resaltan sorprendentemente los dorados del parlamento y de los adornos del Big Ben... Y cuando me quise dar cuenta, estaba aquí escribiendo esta entrada un 16 de Noviembre.

Las cosas van rápido, pero sólo las que no queremos. En determinados momentos de nuestra vida, le contaba a G, tenemos la sensación de que el tiempo se escapa de nuestras manos, de que desperdiciamos oportunidades y momentos, sin ni siquiera darnos cuenta. Hasta que ya es tarde.

"Sí, sé a lo que te refieres. Como cuando estas viendo El Hormiguero y de repente se acaba, y te das cuenta de que como estabas cenando, no has estado todo lo atento que querrías, ¿no?"

Desde luego, este alter ego está un pelín perdido. No sé si será frivolidad o ingenuidad absoluta... Pero le dejo tranquilo. Hacía mucho que no pasaba una tarde con él. Ha estado lejos este tiempo. Yo he estado lejos de él... y de mí, creo. Y por eso ahora todo parece que ha pasado muy rápido. Como el verano, como Londres. Con perspectiva, ha sido la experiencia más importante del verano (y puede que de mucho tiempo), y como vengo explicando en esta entrada un poco caótica que estoy vomitando aquí, ha pasado demasiado rápido.

Sin apenas mirarme, y como distraído, salta G de Galleta y dice: "Las grandes experiencias, las que enseñan de verdad, tienen que ser asimiladas y maduradas. Por cobran importancia una vez han pasado, y no mientras se viven".

Es imposible que haya estado leyendo lo que estaba escribiendo, pero su comentario ha sido más que acertado... A veces creo que juega conmigo a hacerse el ingenuo para sorprenderme con cosas como esta. ¿Serán así todos los alter-ego? Quién lo sabe...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

cobrar importancia a posteriori?
puede ser, pero podría matizarse y debatir los términos hasta la saciedad. No se trata de que no sean importantes en el momento, sino de lo que se enriquecen al redimensionarse una vez han sedimentado; una vez las asimilas y las filtras y lo vivido se distribuye en recuerdos, en premisas, en pautas de comportamiento, en actitudes, y te va completando poco a poco, enriqueciéndote, pasando a formar parte de tí. Sobre esto mismo escribía yo "No vivo del pasado, pero hay huellas, hay personas, hay instantes, hay lugares, que en algún momento fueron presente y ahora están ahí, aquí, en mí" El contexto? Escribía sobre estar aquí y extrañar lo de antes.

Aquí, algo que escribí cuando empezaba a irme de Finlandia:

Empieza la cuenta atrás. El fin de algunas cosas que apenas he sentido comenzar. La construcción de castillos en el aire, en un futuro incierto que se hace presente y es pasado a la vez. Se van los cambios ya asimilados, empujados por los nuevos justo cuando empezabas a acostumbrarte, como la última vez. Aforo limitado y se quedó fuera lo que imaginaste sin vivir. Y lo que ni siquiera imaginaste, quién sabe dónde está…

También estuve en Londres este verano, y me encontré con una amiga que acabó la carrera y se fue para allá. Sabía en qué consistía su vida londinense, tenía datos: sabía que trabajaba en una tienda, sabía con quién vivía, sabía cuáles eran sus zonas favoritas de Londres... pero como siempre mis dudas van más allá y le pregunté "Qué estás haciendo aquí, en Londres?" Ella me conoce, conoce mis preguntas, sabe que no tienen trampa, que son sencillas y su respuesta también lo fue "Vivir aquí. Vivir esto, vivir la vida" Me pareció un gran planteamiento.
A veces nos centramos demasiado en vivir cosas, personas, momentos y lugares y nos olvidamos de lo que es simplemente vivir.
Sí, el tiempo pasa rápido. Ya llevo dos meses en Madrid y todavía no estoy muy segura de lo que eso significa. Lo que sé es que empieza a tener significado; es real!
Besiños

Car

G de Galleta dijo...

Se nota que has tenido más tiempo para madurar esas ideas que yo... y que eres de letras, sabes expresarte, jeje. Besos madrileños.

Víctor y G de Galleta